Golpean a la puerta de mi cabeza:
nadie abre, y tampoco sé hacerlo.
Gritan.
No me dejan escuchar la vida
que se empieza a quebrar porque no la hago bien.
Quiero irme, no sé a donde,
pero sí que en el fondo no es cierto:
lo que quiero es no volver.
Mi cabeza no se abre por mucho que la golpean
y aún así no lo dejan,
no me dejan e igual golpean y golpean en ella:
Por eso los quiero dejar yo,
aunque no sepa.
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