-Duerme.
Dices,
sin querer decirlo.
-No tengo sueño.
Digo,
sin querer mentirte.
La madrugada avanza.
Cada silencio acerca al recuerdo
la lejanía que creíamos olvidada.
Los sentimientos no llegan,
las palabras no sirven;
la distancia nos atenta...
Dices que volverás,
pero si tienes que volver
es porque no estás, y odio eso.
La noche se hace larga y me puede.
Ganan tu ausencia y el cansancio a las ganas,
y sin querer perderte, sin despedirme, me duermo.
Duermo
encomendándome al despertar
que es siempre incierto.
Llega el día,
despierto
y todo sigue igual.
Y así cada noche, cariño;
y cada mañana de un día
que amanece sin tu beso.