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17 abr 2013

La Caja de Pandora

Nunca te enamores de una amiga,
ni te hagas amigo de quien te enamoras.

Nunca dejes de buscar la felicidad,
ni en la desdicha;
nunca mientas a la verdad
ni no llores
por no llorar.

Nunca intentes amar
un amor que no fue,
ni a uno que sí fue
lo intentes odiar sin poder.

Nunca te acuestes con tu ex para recordar
que ya no es especial;
Nunca escribas sobre lo que quieres olvidar,
ni olvides lo que quieres escribir.

Nunca temas cogerte a la vida
ni te pienses dos veces vivirla:
que estar no es vivir,
 ser no es estar
y parecer no es nada.

Nunca  te dejes llevar 
si no es a donde quieres ir.

Nunca te guardes nada cuando lo des todo.

Nunca dejes de tener miedo,
que te hace fuerte vencerlos.

Nunca olvides que la comida fría recalienta
pero los corazones helados quiebran;
que las palabras rompen personas,
que una cristalera rota
nunca vuelve a ser como era.

Nunca mates una sonrisa,
Nunca te reserves para el mañana que igual no llega.

Nunca temas al error,
que es peor la duda.

Nunca te fíes de lo que te dicen,
Nunca dejes de escucharlo.

Nunca descuides a los que se quedan a tu lado:
 tu familia, tus amigos, tus seres queridos...

Nunca tengas miedo de ti mismo, 
Nunca te escondas.

Nunca abras la Caja de Pandora,
la caja de las mil y una cosas que no debes hacer.
Bueno, de las mil.
La una está fuera y reza: 
Nunca digas nunca.

14 abr 2013

El mendigo de tu puerta

Vivo al frío
de las noches de tu vida;
Paso los días
sentado en tu puerta
pidiendo cual mendigo
y con igual necesidad.

Pido te quieros,
abrazos,
besos;
peleo para atrapar
el poco de ti
que me tiras al suelo

y a pocos,
me vas dando para ir viviendo,
para sentirme querido,
para sentirme inmortal
tras tus besos ante la muerte
que me acecha con el olvido.

Pido, cuando tengo fuerzas,
ese amor que sé
no me va a ser dado:
¿Por qué no me enseñas de una vez
que no me hizo pobre no tenerte,
si no haberte necesitado?

Porque ya no sé otra cosa que sobrevivir
con un te quiero mal dado,
con un abrazo obligado;
con un beso que no era para mi
y que me acabé llevando.

Quien me habría dicho a mi,
que algo que te dieran
te podía quitar tanto.



Me dijiste

Me dijiste:
-puedes reír-,
y lloré;
-Puedes llorar-,
y reí.

Me dijiste:
-Sé sincero-
y mentí,
-Quédate-,
y escapé;
-Quiéreme-,
y te odié
por pedírmelo.

Me dijiste:
-Miénteme-,
y confesé,
-Ódiame-
y te besé,
-Olvídame-
y me negué;
-Vete-,
y me quedé
de tanto de quererte.

Me dijiste en silencio con tu mirada,
con tu sonrisa,
con tus manos aventuradas
el amor que no salía en tus palabras,
y por primera vez,
estuvimos de acuerdo: yo también te amaba.
Te amaba.