Llega la punzada
y después el dolor.
¿Cuánto dolor?
Tanto que arde mi corazón,
o así lo pareciera.
¿Que tal dolor me hubiera llevado a la muerte?
Si sobrevivo,
es sólo porque ella vuelve
y Su respiración sofoca el dolor,
Su mirada lo amedrenta y mientras,
sus palabras cierran la herida
que antes parecía imperecedera;
la cierran,
la cierran,
Hasta que otra vez sonriendo
clava otro "adiós"
en la herida que el propio adiós deja.
Y así,
de nuevo y por siempre,
Y así,
de nuevo y por siempre,
Llega la punzada
y después el dolor.
Porque se va,
y sólo deja su adiós
en mi no tenerla,
en mi no tenerla,
Hasta que vuelve.